martes, 8 de septiembre de 2015


Mi nombre es Agustina y  estoy cursando  el tan esperado taller 6. Me tomó unos días animarme a escribir, ya que, cada vez que  prendía la compu, me sentía trabada, como sin mucho que contar.
Después de pensar y revisar en mi memoria, traje a la luz recuerdos sobre mi historia de alumna en el  jardín. Tuve una maestra en preescolar, Anita, por la cual, creo que elegí esta profesión.
Fue una época complicada, en mi vida privada  a nivel familiar, con circunstancias que no eran las más felices. Y Anita supo acompañarme y contenerme, creando recuerdos en mí, que todavía hoy siguen presentes en mi memoria. Recuerdo la angustia que me genero terminar preescolar, pasar a la primaria, sabiendo que no la iba a ver más.
Como plantea  Nadia en su relato, me impresiona como siendo tan chiquitos, hay vivencias, miradas, situaciones y personas que nos pueden marcar y dejar una “huella” en nosotras que va a ser imborrable.
A mí me gustaría ser ese tipo de maestra, esa que no pasa desapercibida en la vida de sus alumnos. La que vas a recordar toda tu vida porque te quiso y te enseño con tanta dedicación, cariño y vocación, que es imposible olvidarla.
Actualmente estoy trabajando en un jardín, en la sala de 2 años. Y cada vez que los chicos me muestran sus logros, me sorprenden con un abrazo y un beso, cada vez que los veo divirtiéndose y felices, siento lo mismo que Berman expresa en la siguiente frase:
“¿Será eso la alegría? Sin respuestas a éstas y tantas otras preguntas, con algunas certezas y muchas incertidumbres, llegué hasta aquí, creyendo que un mundo mejor debe ser posible y queriendo colaborar con ello.”
Yo quiero y  creo que se puede lograr un mundo mejor, y se empieza creando el mejor escenario para que los que chicos crezcan en un ambiente feliz.  Como Anita lo hizo conmigo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario