jueves, 27 de noviembre de 2014

Vínculo familia-escuela



El día  Viernes 14 de Noviembre tuve la oportunidad de asistir  a una jornada que se realizó en el Profesorado de Educación incial  Eccleston (ubicado en  Dorrego 3723), sobre :




 Las Perspectivas actuales sobre Educación y Primera Infancia : nuevos escenarios


Dentro del marco de esta jornada, se dieron varios paneles en simultáneo. Yo tuve el agrado de asistir al que estuvo a cargo de Sylvia Pulpeiro y Gabriel Brener.
En este  espacio se trató el vínculo familia- escuela, el cúal hoy día, en la vorágine en la que vivimos, no esta siendo valorado ni cuidado. Es un vínculo complejo. En ambas instituciones están como papel principal los niños.

Hoy en día,  en muchas oportunidades la escuela reemplaza el rol que  debería desempeñar la familia. Esto no está bien, porque este reemplazo se vive como una carga y no le hace bien a los educadores ni a la familia.
  Los oradores destacaron que la única forma de construir y cuidar el vínculo Familia-Escuela es la toma de conciencia por parte de los educadores de que, los padres son al igual que los chicos un objeto de trabajo. 
En la actualidad es primordilal  repensar a la familia partir de los cambios que ha sufrido en su estructura,  costumbres y expectativas. Existen nuevos tipos de familia y es necesario poder proceder con estas nuevas familias.    


Estamos viviiendo en una nueva era , en la que la incertidumbre es la que está gobernando nuestras situaciones y realidades. Ya no se planifica una vida, como era costumbre hacer en otra época,  por que no hay existen certezas. Y construir sobre la "nada" no es positivo, atrae al Caos.






 En la sociedad de consumo, dónde todo es tan veloz y ya ,es muy  común quedarse con el "es lo que hay"  y no frenar, observar la situación y reflexionar.
La escuela es una institución que fue creada para educar y contener a los niños. Sin reflexión, no es posible cumplir el papel de CONTENCIÓN.




Me pareció una charla muy interesante, sobre temas que nos competen a todos, en esta realidad que nos toca vivir a nosotras como maestras y a los niños como alumnos. Hay que saber contener, tanto a los niños como a sus padres. Para ser cada día mejores docentes.











miércoles, 26 de noviembre de 2014

"La educación en Finlandia"

El secreto de Finlandia

Una visita a una escuela pública en los suburbios de Helsinki permite descubrir las razones por las que el país nórdico es líder en calidad educativa
Por   | Para LA NACION
 
El modelo finlandés, por dentro. Foto: LA NACION 
La niña rubia con el cabello trenzado por sobre su cabeza no deja de mirarme. No hay nada perturbador en su mirada; es curiosa, inquieta, la típica mirada de los chicos cuando hay visitas de adultos desconocidos en casa. Mientras tanto, dos compañeras, rubias como ella, de 11 años como ella, tironean de su brazo para que se concentre en el micrófono. El resto del grupo espera atento el OK, que llega con un gesto del profesor de música, un flaquito de barba candado, de unos 30 años. Bajo, guitarra, teclados, batería, timbales y voces arrancan entonces con su versión de Jäätelöauto (Auto helado), un éxito del grupo finlandés Ultra Bra de principios de 2000, cuando todos estos chicos que tocan y cantan, y disfrutan haciendo coros, ni siquiera habían nacido. Suenan muy bien.
Hermosa manera de recibir a las visitas, pienso, y en mi entusiasmo aplaudo fuerte en el salón de clases cuando termina el primer tema del show que prepararon los chicos de la escuela Suutarila, una escuela pública de los suburbios de Helsinki, la capital de Finlandia, en el norte extremo de Europa. Kari Toyryla, el director, aplaude como un padre orgulloso. Tiene alrededor de 50 años y salió a la puerta cuando, por medio de mensajes telefónicos, supo que había llegado media hora antes. Acostumbrada a calcular tiempo de más por el tránsito y la falta de previsibilidad en el transporte porteño, ese tiempo de resguardo resultó innecesario. Los colectivos finlandeses maravillan en su eficiencia: el bus llegó a la parada de la Rautatientori, la estación central, a la hora anunciada por la página de Internet y demoró el tiempo previsto en llegar hasta el barrio en el que se levanta la escuela. El viaje duró cuarenta minutos en un ómnibus limpio, con asientos cómodos y poca gente, un chofer con buena disponibilidad para turistas que lo ignoran todo y monitores que indican las paradas en una lengua difícil y que no se parece a nada. Al descender, una cuadra y media de caminata entre el verde y el ocre de los jardines otoñales, señoras mayores mimando sus plantas, chicos llegando solos a la escuela en grupitos de a tres o cuatro, sol radiante y silencio. Todo tan parecido a una modesta gloria.
 
La tecnología está presente en las aulas, donde los chicos utilizan notebooks que al final del día quedan guardadas en la escuela para evitar su deterioro. Foto: LA NACION 
Kari me había sorprendido al saludarme con un abrazo, no lo esperaba: no es esa la idea que uno tiene de los finlandeses, generalmente considerados personas frías y distantes. Sonríe mucho, se lo ve feliz de recibir a gente con ganas de conocer el sistema educativo en el que trabaja desde hace décadas. Con buenos resultados en pruebas internacionales, en las últimas décadas Finlandia se convirtió en país modelo de educación y Kari parece satisfecho de poder contarle a un extranjero en qué consisten esas ideas sobre las que se funda el éxito de la enseñanza en su país. Ya en la biblioteca, un lugar amplio, con muebles sencillos y funcionales de madera clara, se suma a la conversación Outi Pihlman, maestra de inglés.
La escuela alberga a casi 400 chicos y comparte el edificio con un centro comunitario del barrio. Por eso hay gente todo el día, todos los días, incluidos los fines de semana. Por las noches, el gimnasio, amplio y cómodo, se llena con adultos que acuden para practicar deportes en el mismo espacio físico donde, por la mañana, los chicos practican los suyos.
Comienza el recorrido por las aulas para saludar a los chicos y ver cómo es un día cualquiera en una escuela finlandesa, donde las jornadas escolares son más cortas y los exámenes son menos y de exigencia moderada. Esta matriz surgió a partir de un cambio del sistema educativo, que era más elitista, al que se llegó por consenso entre las diferentes fuerzas políticas hace unas cuatro décadas. Desde los años 70, y pese a que pasaron varios gobiernos y decenas de ministros de distinto signo, el modelo educativo dentro del estado de bienestar no se mueve. Este sistema gratuito, estatal y administrado por las municipalidades cuyo principal logro es la equidad social junto con la adquisición de conocimiento, se llama Peruskoulu, en finlandés, y dura nueve años en los cuales la educación es obligatoria. Va desde los 7 años hasta los 16. Lo que pasa antes depende de los padres; lo que pasa después, de los padres y también del adolescente, quien define si quiere seguir estudiando. Durante la enseñanza obligatoria todo es gratis para los alumnos, también los libros, que los docentes seleccionan según sus criterios. Los maestros confeccionan los programas, no hay currículas estandarizadas aunque sí hay pautas. "Confían en nosotros, por nuestra formación", explica Outi en su inglés clarísimo y modulado. No hay inspecciones escolares, como tampoco hay exámenes de riesgo porque, como explica el experto Pasi Sahlberg en uno de sus libros, no hay en Finlandia "mentalidad de carrera hacia la cima". En lugar de pocos exámenes de alta exigencia, hay muchos de menos exigencia. Frases clásicas de la sociedad finlandesa como menos es más o lo pequeño es hermoso encuentran en el sistema educativo un eco profundo de identificación.
 
Descalzos: al llegar al mediodía a la escuela, los alumnos se quitan los zapatos para estar más cómodos y como en casa; allí también almuerzan junto a los maestros. Foto: LA NACION 
 
Los chicos finlandeses van a la escuela en promedio seis horas por día, cada docente tiene a su cargo entre 20 y 25 alumnos, los recreos duran 15 minutos, cursan las materias convencionales, practican deportes y todos tienen, varones y mujeres, clases de costura y tejido y de carpintería, en un taller cómodo y con herramientas en condiciones y ordenadas. "Los varones son buenísimos con las máquinas de coser", comenta Outi, quien explica que el curso tiene como objetivo que los alumnos consigan su carnet de conducir las máquinas, algo que los entusiasma mucho.

Entre libros y notebooks

En algunas aulas son los chicos quienes leen en voz alta y se van pasando la posta; en otras, el maestro les lee. También hacen lectura silenciosa en unos sillones. En otro salón, los chicos practican ejercicios de matemáticas en las notebooks, que pertenecen a la escuela y quedan todos los días en el edificio, guardadas en unos muebles especiales para evitar el deterioro. En otra aula, un grupo dibuja y pinta con crayones y acuarelas. Cada vez que abrimos una puerta, el director pide permiso y dice que hay una periodista argentina que vino de visita. Le pido a Kari que les pregunte si conocen a alguien nacido en la Argentina. La respuesta es obvia y la gritan a coro los varones: "¡¡¡Messiiiiiiiiiiiiiii!!!."
 
En promedio los chicos finlandeses pasan seis horas en la escuela y no hay duros exámenes, sino muchas pruebas de poca exigencia. Foto: LA NACION 
Difícil saber si los chicos de Suutarila tienen preferencias vintage para elegir repertorio o si son sus maestros quienes los convencen para cantar temas famosos de tiempo atrás. La segunda vez me esperan con una versión entusiasta de Eye of the Tiger, de Survivor, tema que se hizo famoso en Rocky III y que hoy es un clásico de todos los tiempos. Divierte ver cómo hacen los coros, muertos de risa. Estoy acostumbrada a ver chicos, a vivir con chicos. Por trabajo además visité escuelas en toda América latina; conozco esos ojos, esos gestos, esos chismecitos entre ellos. El tono de la piel o el del cabello no cambia el grado de curiosidad, sus ganas de saber, sus necesidades, sus decepciones. Los chicos son chicos y son lindos en cualquier lugar del mundo. Cambia la actitud y el modo de vestir: sus ropas son alegres, divertidas, de calidad. Mucho fucsia, violeta, estampados con flores, colores vibrantes. Lo que es no tan bueno para ellos sería de altísimo nivel para el estándar en nuestros países. Se ven colgados uno al lado del otro sus abrigos en los percheros; abajo están sus calzados; en cuanto llegan se sacan las camperas y las botas, y quedan descalzos, sólo con medias: así van a pasar su mañana. "Es mucho más limpio y están como en casa", explica Kari, quien cuenta entonces cómo son la mayoría de los días del año en Helsinki, cuando este sol que hoy levanta el ánimo apenas se ve un ratito y el resto del día es oscuridad y nieve, aunque los chicos siguen jugando afuera, con la ropa adecuada. Ahí es cuando se hace indispensable encontrar comodidad en los interiores de casas y edificios -calefaccionados con electricidad-, y preservar la limpieza y la higiene. Los finlandeses, como el resto de los habitantes de los países nórdicos, tienen lo que llaman el snow how, una serie de saberes que aplican para no perder la diversión y la vida normal en invierno, aun con varios centímetros de nieve en las calles y los jardines.

La carrera docente

 
Convertirse en docente en Finlandia no es una tarea fácil: además de tener excelentes notas en la Universidad, es necesario contar con un máster. Foto: LA NACION 
 
Llega el mediodía, hora del almuerzo, que comparten maestros y alumnos. Mesas largas, bancos colectivos, techos altos en un salón muy amplio donde se ve el escenario que utilizan para realizar los actos. Ahí atrás, la cocina, con un ejército de mujeres preparando lo que va a comer la comunidad escolar. Ese día el menú consta de ensaladas diversas, papas, bastones de pescado y albóndigas de carne: cada uno se sirve con su bandeja. La comida es sabrosa y se ve saludable. Todos tienen rodajas de pan negro con semillas y lo untan con manteca. Grandes y chicos beben leche con el almuerzo. La conversación con Kari y Outi avanza por varios carriles a la vez: responden sobre todo, no se asustan. Kari dice que por su edad y experiencia, varias veces le ofrecieron ir a trabajar como funcionario, pero que no puede abandonar la escuela.
No llega cualquiera a ser maestro en Finlandia. Se necesitan horas y horas de estudio y un máster. Horas y horas son exactamente 8100 horas (de 45 minutos), en un lapso de cinco años. Un estudio del economista y experto en educación Juan Llach para la Fundación Rap compara esos números con las 3600 horas de estudio que se necesita para ser maestro en la Argentina, en un lapso de cuatro años. La formación docente en Finlandia es muy estricta y sólo llegan los mejores, no se trata de una elección por descarte, sino de una profesión deseada por los jóvenes, junto con ingeniería y medicina. "La profesión de maestro aquí es de las más populares, los jóvenes siempre quieren pertenecer a la elite que logra ingresar a la carrera. Entiendo que el respeto social tiene que ver con esto", dice Outi, que se sorprende cuando escucha que en la Argentina suele haber noticias con maestros que son golpeados por alumnos o por padres de alumnos. Kari cuenta que "los salarios están bien, no son extraordinarios, pero sirven para vivir". En Finlandia hay un solo sindicato, muy fuerte. Los maestros dan clase 25 horas por semana. La última huelga fue en 1983 y, por ley, si se logra el convenio salarial, las huelgas están prohibidas. Outi dice que últimamente, pese a que el sistema sigue funcionando bien, hay exceso de demanda burocrática y esto hace que a los docentes se les acumulen tareas por el mismo sueldo. Y cuenta que es común que viejos maestros justifiquen estas cosas sin quejarse en voz alta por aquella frase de es la vocación que llama. Y emite su única queja: "A veces somos demasiado leales a las autoridades."
Este sistema, esta conducta, estos hábitos se dan en un país de población pequeña, que pertenece a la Unión Europea, pero que comparte una enorme frontera de 1300 kilómetros con Rusia, con quien tuvieron además guerras que costaron muchas vidas y mucho dinero en compensaciones. Finlandia es independiente desde 1917, supo ser parte del imperio sueco y, luego, del imperio ruso. Hoy son cinco millones y medio de habitantes, de los cuales el 10% vive en la capital, Helsinki. Aunque la inmigración va en alza está controlada, por lo que sigue siendo una población homogénea. Otras de las razones para el éxito educativo y social radican en la paridad de ingresos, la transparencia política y la confianza de la sociedad entre los mismos ciudadanos y por parte de los ciudadanos hacia la clase política. La lengua es el finlandés y el sueco es la segunda lengua.
"Nosotros tuvimos primero a la nobleza sueca y luego a la nobleza rusa. Pero nuestra propia nobleza es la gente educada", dice Outi con una sonrisa inmensa, mientras llevamos de vuelta las bandejas del almuerzo. Un artículo reciente del diario El País de Madrid aseguraba que los finlandeses leen un promedio de 47 libros al año, de los cuales 10 son por placer, ni por trabajo ni por estudio. De esa nobleza cultural que hizo de Finlandia en 1906 el primer país del mundo en el que las mujeres tuvieron el derecho a voto y siempre fueron a la Universidad, de esa que llena día a día las bibliotecas públicas y las librerías, y que tiene a la educación como bandera, habla Outi..

"El día de mañana"



El relato que describiré a continuación sucedió en el transcurso de mis prácticas docentes correspondientes al Taller 4, el cual realizaba con una pareja pedagógica.  El jardín era  el  J.I.C N° 7 D.E. 9., ubicado en el barrio de Colegiales

Antes de empezar a realizar nuestras prácticas en el jardín, tuvimos una reunión con la directora de la institución y ella nos había advertido sobre el grupo de la sala turquesa (era  una sala integrada)  de 5 y 4 años. Teníamos una mezcla de nervios y miedo a la vez. Al conocerlos y pasar los primeros días con ellos, comprobamos lo que nos habían comentado y nuestros nervios aumentaron.
Eran 25 niños, de los cuales 13 eran varones y 12 nenas. Al ser una sala integrada, encontramos niños de diferentes edades, con  capacidades muy diferentes  y con serias dificultades de atención. Esta circunstancia en algunas ocasiones era enriquecedora y en otras dificultaba la tarea, por las notables diferencias evolutivas que existen entre ellos.
A lo que se sumaba que la docente que estaba a cargo era  la sexta suplente del año y que había empezado poco tiempo antes que nosotras,  ya que su titular se había pedido  licencia a principio de año y nunca más había regresado.
A causa de esta situación, los niños no tenían incorporadas las rutinas, no respetaban los hábitos cotidianos, y mucho menos las normas de convivencia que suelen aparecer en las salas de jardín. No tenían a la maestra como referente de autoridad, desafiaban constantemente los límites y se agredían  físicamente de manera constante. Hablaban entre ellos mientras hablaba alguna docente, no se escuchaban y cuando se  los retaba, bastaba darse vuelta para que ya estén haciendo de vuelta aquello por lo que acababan de ser retados. No le daban valor al reto.

Había un nene, en particular (Nicolás) que era absolutamente conflictivo, casi nunca se integraba a la tarea grupal, tenía permitido hacer lo que quería  y cuando quería. Se pasaba llorando la mitad de la jornada, a veces por ser molestado y otras por ser retado cuando molestaba. No reconocía cuando tenía feas actitudes y negaba todo lo que se le decía, incluso cosas que uno acababa de presenciar, él las negaba. De todas formas, se veía que él tenía intenciones de integrarse, pero muchas veces era rechazado por sus compañeros, que no solían demostrarle cariño. Además tenía  un gran atraso en la dicción.
Era un niño con una gran necesidad de afecto. A nosotras, casi sin conocernos, nos abrazaba y nos recibía con mucha alegría. Al indagar con la maestra sobre la historia de Nico, nos enteramos que tenía una vida muy complicada para sus 5 años. Una familia disfuncional, un padre ausente y una madre superada por la situación. ¿Cómo ayudar y ser sostén de un niño con estas características y con una realidad tan complicada?

Creo que estar en este grupo, me sirvió mucho para “foguearme” con respecto a lo que me puedo llegar a encontrar el día de mañana como docente y estar más preparada o con más herramientas para poder manejar a un grupo así, pero disfrutando de la tarea diaria y no viviéndola como un castigo. Creo que supe intervenir de manera adecuada con ellos. También he observado que si el docente no se pone firme y toma las riendas de la sala, los niños notarán esa debilidad y comenzarán a ocupar lugares y roles que no les corresponden. No hay que ser autoritarios, pero hay que saber transmitir que la autoridad dentro de la sala, es la docente, y eso es algo que hay que enseñar a respetar.